Cada domingo constituía una aventura más... con apenas 4 años mis energías se concentraban en ver:
- Nubeluz
- El Club de los Tigritos
- Los Supersónicos
- Los Picapiedra
- Los Pitufos
- Las Tortugas Ninja
Todos esos programas hacían que mis domingos fueran súper especiales. Aquel domingo Mami aún no me había anunciado que iba a ser mucho más especial...era día de visitar a Tía Gloria (que en paz de descanse), Tía tan querida de mi Abuelo materno, que sabía cómo dejarnos una sonrisa resplandeciente por todas sus atenciones y dedicaciones. Gracias a ella tenía mis Barbies, bueno... aunque lamentablemente otra amiga las disfrutó, porque se las presté y nunca me las devolvió, pero esa es otra historia.
Esas visitas eran maravillosas, mi hermano y yo disfrutábamos de:
- Un hermoso y gran jardín.
- Comíamos carambolas.
- Montábamos columpios y el regreso a casa siempre incluía un regalo.
Tanto fue el entusiasmo que lo monté desde la casa de Tía Gloria (Bella Vista) hasta mi hogar (La Otra Banda). Sin embargo, mi hermano no se resistía a montar el triciclo, estaba desesperado por disfrutarlo...y ¡valla sorpresa!, ese mismo día, en un descuido lo montó y lo condujo tan rápido que chocó de golpe con un tanque con agua y, sumado a su peso, lo desbarató.
Mi alegría por mi triciclo duró poco, mi triciclo también duró poco y las reclamaciones a mi hermano ¡sí que duraron mucho!, pero el amor entre nosotros permaneció intacto.
Lo material puede extinguirse, pero el Amor no pasará, nunca pasará.
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